miércoles, 9 de febrero de 2011

Mi segunda madre

   Grande, exuberante, rubia, de gran corazón, siempre sonríe, pisa sobre seguro con su 41 de pié, voluminosa siempre a dieta, majestuosa a la par que elegante, ADELINA, así se llama, siempre me trató como a una más de sus hijas y tiene 4: Ana, Yolanda, Sonia y Gema; y desde que entré por la puerta de su casa acompañada por Yolanda me ha hecho sentir que yo también le pertenezco...

   En ella, durante todos estos años, he encontrado apoyo, incluso cuando mi propia madre me reprochaba haberme equivocado, ella sin dejar de hacerme ver las cosas negativas me apoyaba, sabía que de nuestros errores aprenderíamos (sus hijas y yo) como ella aprendió de los suyos. No había tabues, y aunque mi amiga era de poco hablar de sus cosas, con Adelina me resultaba fácil no es que se lo contara todo... para eso ya estaba Yolanda, pero siempre estaba dispuesta a sacarnos una sonrisa en un mal día, se colgaba su bolso y ala¡ a tomar café a la calle, o un helado, o a mirar escaparates, cuando no era verano y preparaba un termo de café granizado, unos sandwichs y a la piscina del residencial, estábamos los justos, casi solas, nos untábamos el bronceador aceitoso unas a otras y ala¡ a echar la siestecilla...si podías con tanto café¡

   No había vacaciones que hiciese que no arrastrara de mí,  por no hablar de los fines de semana que pasábamos en la Carihuela, viajábamos en la parte de atrás de un furgón acomodadas entre colchones y tras un día duro de esquivar olas, morbosear con los de la hamaca de al lado, jugar a mezclarnos con la arena y volver con la piel quemada de tanto potingue aceitoso de baja protección se agradecía volver a casa tumbada sobre un colchón con el plástico ennegrecido por el polvo boca abajo para no sentir el dolor de las quemaduras en la espalda. 
   Solo le faltaba a mi segunda madre secuestrarme para que pasara junto a toda la familia la noche de nochevieja en el hotel La Perdiz, pero mi madre de verdad lo veía un poco excesivo y me decía:" si ya solo te queda llevarte la cama para dormir allí". Y Adelina y yo bromeábamos con que algún día me adoptaría enfureciendo más aún a mi madre.

   Llegó el día en que se cambiaron las tornas y lo que no había hecho nunca con mi madre lo hacía ahora con ella, era yo la que invitaba a mi segunda madre a compartir conmigo unas vacaciones en Portugal, una semana enteran nos fuimos las 3, ella, Gema y yo, una semana donde se dormía poquísimo y se salía muchísimo, donde hicimos amigos que no voveríamos a ver nunca más, donde pagamos facturas desmesuradas por las locuras de Gema y donde salir por la noche se convertía en una aventura de la que no sabías como ibas a escapar... inolvidable para las 3.

   Aunque han pasado más de veinte años desde ese primer día nos seguimos queriendo como entonces, no nos vemos todo lo que nos gustaría pero cuando nos cruzamos nos seguimos tratando como si el tiempo no formara parte de nuestra historia, y aunque después también he tenido más segundas madres como Mercedes, la madre de mi acogedora, amiga y compañera de piso o Carmen mi actual suegra, he de decir que como nuestra verdadera madre, la que nos parió, crió y educó... ninguna¡ !Ahora lo sé mejor que nunca¡

4 comentarios:

  1. jajajaja, cuantos recuerdos y que bonitos. nosotras también te queremos como una hermana, es que somos de familia numerosa, Yoli piensa lo mismo, yo te lo transmito por ella, como tu has dicho es de pocas palabras. Mil besos namasté

    ResponderEliminar
  2. GRACIAS, lo de Yoli ya me lo conozco... jejeje, un besazo para todas

    ResponderEliminar
  3. Que bonita forma de decir las cosas...

    Saludos y un abrazo.

    ResponderEliminar