viernes, 25 de febrero de 2011

Un día de primavera y un gimnasio

foto de google
Hoy he sentido nostalgia de aquellos maravillosos años de principio de los 80. He madrugado para ir al gimnasio, la clase de las nueve y media es casi perfecta, y digo "casi" porque me gusta levantarme más bien tarde... las diez es una hora muy buena para empezar el día ahora que no trabajo, así que si la clase fuera a las diez y media entonces sería completamente perfecta; me gusta ir al gimnasio, hace ya más de diez años que iba regularmente y era adicta al subidón de adrenalina, dopamina y endorfinas que proporcionaba el machaque de más de dos horas continuadas de step, aerobic o lo que hubiese programado... pero aquello eran otros tiempos, ahora llevo 15 días y las agujetas y los tobillos doloridos por la existencia de la relaxina que perdura en mi cuerpo tras el embarazo me tienen hecha polvo, aunque mi monitora (profesional de los pies a la cabeza) tiene bastante consideración conmigo y me adapta la rutina a mis posibilidades. Es duro crear la constancia e incluso te planteas abandonar cuando tu cuerpo se resiste a ponerse en forma, entonces has de mantenerte firme en tu decisión o estás perdida.

   La nostalgia vino después, cuando al salir después de una estupenda clase de pilates me encuentro en la calle un día primaveral de los de fotografiar mentalmente para que no se escape, la temperatura perfecta para no pasar frío ni calor, a pesar de salir sudando no hay contraste de temperatura, apetece pasear por la sombra porque es como si el airecillo que normalmente te refresca la cara en esta época del año se hubiera quedado en standby, en "pause", y el olor es diferente, dulzón... cuando paso al sol es entonces cuando siento su caricia amable en mi rostro y respiro hondo para atraparlo dentro de mí. De camino a casa me encuentro con un niño de unos doce años sacando su bicicleta de una cochera y me planteo por qué hoy no habrá ido al cole, sigo disfrutando de mi paseo e inventando mil excusas perfectas para no ir al cole y poder coger la bici y es entonces cuando recuerdo aquel principio de los 80, cuando papanoel nos trajo dos bicicletas, BH la mejor marcha de aquellos tiempos, una verde y otra naranja, una para Javier y otra para Gustavo, heredando yo la vieja BH color cobre algo más pequeña y oxidada, los recuerdo corriendo de un lado a otro como locos, no se lo podían creer y yo tampoco. Recuerdo lo mucho que disfrutábamos cuando hacía un día como el de hoy, perfecto para sacar las bicis, una llamada a la puerta de los vecinos hacía que nos juntáramos en la calle seis niños con sus bicis reproduciendo el comienzo de la serie "Verano Azul" y silbando la melodía nos dejábamos caer calle abajo por la antigua carretera de Santiago atravesando las vías del tren llegábamos hasta la orujera de Motril y vuelta a casa a la vez que deseábamos que se aproximara el verano para poder volver a Nerja, querida ciudad donde siempre veraneábamos y donde vimos en directo el rodaje de algunos capítulos de la serie. Y con esta sensación tan estupenda llego a casa y como si fuera casi imposible mejorarlo una sonrisa de mis pequeñas me alegra aún más el día.

Feliz día para tod@s ¡
 

2 comentarios:

  1. Ummmm, que bien te sienta le gimnasio! Cuando Maya sea más grande nos vamos a ir en bici al campo por las tardes, tú no te quedes en la nostalgia...lo mejor está por llegar...Muuuuuuuuak

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  2. No se porqué no me notifican tus entradas nuevas y ahora voy con retraso, pero bueno, lo importante, ¡que bien has descrito el paseo, la temperatura, el aire y los olores, daban ganas de pasear mientras leía!, y luego esos días de primavera y preverano, con las bicis por el barrio, que soplo de dulce nostalgia!!
    3 besos

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